domingo, 5 de febrero de 2017

Tres poetas: Pini, Ojeda, Rosales

Dentro de los libros de poesía que he leído últimamente, encuentro, especialmente estos tres, de tres poetas rioplatenses que, con reminiscencias de río, de tango, de ciudad, proponen tres visiones distintas de una "épica", la de un país, la de los barrios, o la pequeña que se libra adentro de las puertas de la piel.



1) "Boliche sin cristo", de Mariano Pini

Dueño de una estética oscura, Pini nos adentra en las penumbras de este universal boliche de barrio para que nos perdamos entre sus mesas y aparezcamos en Buenos Aires, en Montevideo, en las puertas de una psicodelia bandoneonera. Desde los gérmenes del vino, las voces poéticas del libro van guiando y creando un mundo con tripas. Pareciera que todo está bellamente roto en la poética que presenta el autor en su "boliche". La presencia de bares donde la vida de los hombres se construye con la poesía, el aroma del tango, la luz que molesta, las mujeres inalcanzables, todos dueños de heridas que los hacen deambular entre los versos de un libro consistente, fuerte, dramático, como la música de un boliche oscuro del puerto.

2) "Toda sombra me es grata", de Álvaro Ojeda

Álvaro Ojeda construye la épica de un país parecido a este entre la mitología griega el ideario platense. Un libro concreto y complejo que, en la diversas partes que lo componen pareciera lograr un lenguaje propio y distinto, atado por un hilo de estética muy marcado que, ya a esta hora, se vuelve una firma de las construcciones poéticas que hacen a la literatura del autor tanto en su poesía como en sus novelas. Entre la décima y el verso libre, entre las figuras del tango o la orquesta típica, aparecen los corajes, el ethos, de unos héroes errantes que, quizá, aparecieron en Montevideo. Se trata de Troya en la esquina de tu casa. Se construye un país dulce que, entre la tristeza y la ternura, se va agrisando cada vez más.

3) "Hilos de agua", de Raimundo Rosales

Ésta vez, la poesía de Rosales se aleja de la línea de su libro anterior, "La Palabra También", y se adentra en las tramas de lo íntimo. Delicado y profundo, el camino que recorren estos "Hilos de agua" llevan al lector por la red secreta de las venas de un "yo" poético que se pregunta, que observa, que se acerca al amor, pero sobre todo, a la profundidad inextricable de la muerte. Con una luminosidad dada por el cuidado del lenguaje, el autor logra que cada verso ocupe el lugar justo para un pensamiento o para un asombro. Un trabajo fino, palabras cosidas con hilos de agua, el agua y su simbolismo ocupan el libro, empapan al lector y lo atan a a la belleza de pensarse.

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