Una poética que evoca la voz de los árboles de Coal Creek, de donde salen los fantasmas de un lugar, de una época, de gente que ha vivido con nosotros desde su lejanía. El libro, a modo de epígrafes en cada poema, nos pone como hilo narrativo, los pasos de Demri, una minita on the road, que tras haber oído el disco de su novio, se larga a caminar entre los versos que el autor dibuja con admirable belleza, prolijidad, justeza. Demri atraviesa una ruta con imágenes frías, como en un film yanqui; los poemas la calientan, la alocan, la entristecen, porque las letras, como un bosque de árboles secos y helados, están allí firmes, goteando versos, historias en compacts copiados, lágrimas bellas de una era que murió, un long play que se terminó, un cassette de cinta enredada y anudada para siempre.
"Adiós a los árboles de Coal Creek" es una bella ceremonia que entierra una era, que nos entierra a algunos, y que deja un tallo verde para algo que viene, las palabras, como canciones, matan y dan vida, se despiden y emprenden un nuevo viaje. Aparecerá otra era, otros versos, otras ramas con letras.
"Adiós a los árboles de Coal Creek", de Santiago Pereira. Ed. Yaugurú. 2016. |
No hay comentarios.:
Publicar un comentario